To Bloom

Darkness surrounds me. There’s a smell of moisture in the air, and the only noise I hear is the sound of my bike moving slowly up a gravel road toward the edge of the world. I am riding toward the end of an island—Tierra del Fuego—a place touched by few and known by even fewer. And I am inspired. On the horizon, I see traces of the sun rising. The sun brings hope for a new day, a race finished, and a decision made.

As I continue down the island, a brackish smell stirs childhood memories of fishing with my father. I am filled with nostalgia and joy as I see the ocean to my right and a flock of sheep grazing to my left. I know that ultra cycling is not easy; it takes a toll on both the body and the mind. But it’s a powerful experience—one that will forever remain a part of me. In this race, I am tired but fulfilled.

I believe ultra racing mirrors life in many ways. The decisions we make, even the smallest ones, have ripple effects that can make or break the race. Much like a relationship, you can choose to give your whole heart, or you can hold back. If you give your whole heart, the glory at the finish line may be greater than you could ever imagine. But, the loss can be more devastating than you ever thought possible. If you hold back—even just a little—there’s a safety net, and your pride, whether true or false, may remain intact.

A bird flies above me, squawking. The sun is high in the sky, and as I reflect on these thoughts, I know what I want. As I race toward the edge of the world, my decision is not based on cycling this day; no, it’s based on love. I know I have two choices: to give my heart completely and accept the consequences that may follow, or to hold back. I know that in the past, I’ve held back, never giving my full heart in a previous relationship. The consequences were severe.

The small trees, tilted to one side by years of strong winds, are bright red. The trees are much like us, shaped by our experiences. It’s fall in Chile, and the changing of seasons reminds me of the drastic changes I’ve encountered over the past year. Words cannot fully express how grateful I am to be on my bike, reflecting on these changes, reflecting on challenges, and now, reflecting on love.

I crest the highest climb on the route to see patches of snow on distant mountains. The air is fresh, and I inhale deeply. I will do as my heart desires. I will allow myself to be vulnerable. I will accept the consequences—both beautiful and terrifying—that will come with any relationship, and I will move forward with peace. I fly down the mountain with freedom. My race is almost finished, and I will take third overall, as well as the women’s win.

Gravel del Fuego is now my favorite ultra cycling race. Relatively flat, I finish the roughly one thousand kilometers in just over three days, all while resting and taking time to experience the majority of the scenic route. I allow myself to feel the emotions swirling through my body. I allow myself to breathe deeply and be present.

As I write this essay nearly a year after finishing Gravel del Fuego, I am blessed to say that the man I decided to give my whole heart to is now to be my husband. We are engaged, and I feel deeply that, just like in racing, my past decisions have led me to this person. Despite being born and raised on opposite sides of the world, we are an excellent and equal match.

I believe that life can bloom at any moment. And when we are willing to be vulnerable, when we are willing to accept that we need each other, that willingness can lead to love. And if we’re lucky, that love will be like rain on a desert flower, producing a glorious bloom.

Español:

La oscuridad me rodea. Hay un olor a humedad en el aire, y el único sonido que escucho es el de mi bicicleta moviéndose lentamente por un camino de grava hacia el fin del mundo. Estoy pedaleando hacia el final de una isla—Tierra del Fuego—un lugar tocado por pocos y conocido por aún menos. Y me siento inspirada. En el horizonte, veo rastros del sol alzándose. El sol trae esperanza para un nuevo día, una carrera terminada y una decisión tomada.

A medida que sigo mi camino por la isla, un olor salobre me trae recuerdos de mi niñez, cuando pescaba con mi padre. Me invade la nostalgia y la alegría al ver el océano a mi derecha y un rebaño de ovejas pastando a mi izquierda. Sé que el ciclismo de ultra resistencia no es fácil; exige un gran esfuerzo tanto físico como mental. Pero es una experiencia poderosa, una que permanecerá para siempre en mi memoria. En esta carrera, estoy cansada, pero satisfecha.

Creo que el ciclismo de ultra resistencia refleja la vida de muchas maneras. Las decisiones que tomamos, incluso las más pequeñas, tienen efectos en cadena que pueden hacer o deshacer una carrera. Y, al igual que en una relación, puedes elegir entregar todo tu corazón, o puedes reservarte un poco. Si entregas todo tu corazón, la gloria en la meta puede ser mayor de lo que jamás imaginaste. Pero la pérdida puede ser más devastadora de lo que pensabas que podrías soportar. Si te reservas, aunque solo sea un poco, habrá una red de seguridad, y tu orgullo, sea verdadero o falso, puede mantenerse intacto.

Un ave vuela por encima de mí, graznando. El sol está alto en el cielo, y mientras reflexiono sobre estos pensamientos, sé lo que quiero. Al correr hacia el fin del mundo, mi decisión no se basa en el ciclismo de este día; no, se basa en el amor. Sé que tengo dos opciones: dar mi corazón por completo y aceptar las consecuencias que puedan seguir, o reservarme. Sé que en el pasado he retenido mi corazón, nunca dándolo por completo en una relación anterior. Las consecuencias fueron severas.

Los pequeños árboles, inclinados hacia un lado por años de vientos fuertes, son de un rojo brillante. Los árboles son muy parecidos a nosotros, moldeados por nuestras experiencias. Es otoño en Chile, y el cambio de estación me recuerda los drásticos cambios que he vivido durante el último año. Las palabras no pueden expresar completamente lo agradecida que me siento de estar sobre mi bicicleta, reflexionando sobre estos cambios, sobre los desafíos y, ahora, sobre el amor.

Alcancé el punto más alto de la ruta y veo parches de nieve en las montañas distantes. El aire está fresco, y respiro profundamente. Haré lo que mi corazón desea. Me permitiré ser vulnerable. Aceptaré las consecuencias, tanto hermosas como aterradoras, que vendrán con cualquier relación, y seguiré adelante con paz. Bajo la montaña a toda velocidad, con libertad. Mi carrera está casi terminada y tomaré el tercer lugar en la clasificación general, además de la victoria en la categoría femenina.

Gravel del Fuego es ahora mi carrera de ultra resistencia favorita. Relativamente plana, termino los casi mil kilómetros en poco más de tres días, mientras descanso y me esfuerzo por disfrutar la mayor parte del recorrido escénico. Me permito sentir las emociones que giran dentro de mi cuerpo. Me permito respirar profundamente y estar presente.

Mientras escribo este ensayo casi un año después de haber terminado Gravel del Fuego, me siento bendecida al decir que el hombre al que decidí entregarle todo mi corazón será mi esposo. Estamos comprometidos, y siento profundamente que, al igual que en las carreras, mis decisiones pasadas me han llevado a esta persona. A pesar de haber nacido y crecido en lados opuestos del mundo, somos una excelente y perfecta pareja.

Creo que la vida puede florecer en cualquier momento. Y cuando estamos dispuestos a ser vulnerables, cuando estamos dispuestos a aceptar que nos necesitamos mutuamente, esa disposición puede llevarnos al amor. Y si tenemos suerte, ese amor será como lluvia sobre una flor del desierto, produciendo una gloriosa floración.